domingo, 17 de diciembre de 2006

La importancia de ser valiente

Por mi cumpleaños, durante nuestra estancia en Brno, mis compañeros de laboratorio me regalaron una tarjeta que tiene una doble hélice de ADN, y un montón de estas ovejitas enredadas en ella. Arriba del todo pone ¡Tus genes!, y con unas flechas que salen de la hélice, pone ¡Humor! ¡Inteligencia! ¡Pelo bonito! ¡Sexappeal! ¡Valor! ¡Larga vida!. La verdad es que la tarjeta es perfecta para científicos. Con ese pedazo de hélice de ADN en la portada... somos unos frikis.
El caso es que hoy la estaba mirando de nuevo, repasando las firmas por dentro, acordándome no sólo de ellos, sino de todos mis amigos en España. Y me ha venido a la mente lo que la gente me dice muy a menudo: qué valiente eres, Elena. Irte a Alemania, sola, a hacer el doctorado. La verdad es que siempre lo has sido, desde que eras un moco.
¿Siempre lo he sido? Yo no sé si es verdad. Sí que soy distinta de algún modo a muchos de mis amigos, pero dudo que sea la valentía lo que más nos diferencia. De hecho, creo que para ser valiente hay que tener fuerza de voluntad, y yo de eso ando escasa. A veces me reprendo por estar perdiendo el tiempo. Un valiente no pierde el tiempo nunca, estoy segura. A veces me dan ganas de estar en Sevilla, acurrucada en la mesa camilla con mi madre, haciendo nada. Un valiente sabe sobreponerse a esos pensamientos, yo me quedo apamplada dos días. En muchas ocasiones no pregunto todo lo que debiera, o miento diciendo que lo entiendo cuando no he pillado ni una sola palabra de la explicación. Un valiente pregunta, sin miedo a que le tomen por inútil. ¿Soy valiente? ¿Tiene algún mérito estar donde estoy?
Mis compañeros de aquí se sorprendieron al saber que sólo tenía 22 años (bueno, ahora ya 23). Que cómo era posible que estuviera ya haciendo el doctorado. Que tenía que ser superdotada o algo. Que sí, que sí, que eso de saber cuatro idiomas no era normal.
Que no. Que soy totalmente normal. De hecho, llevo exactamente 3 meses, desde que llegué el 17 de Septiembre, sintiéndome la más estúpida del globo. Que sí, que he aprendido un montón. Pero también me he agobiado, y he llorado, y he echado de menos, y me he querido volver, y he querido renunciar. Y lo haré muchas más veces durante los próximos cuatro años.
Porque no soy valiente, aunque lo ponga en una tarjeta. Aunque me quieran convencer. Y, como ya le dije a alguno de vosotros una vez, los cimientos más fuertes (o los que yo creía más fuertes) de mi personalidad, se tambalean peligrosamente, aunque por suerte se cambian por otros. ¿A alguien le ha pasado esto alguna vez?

7 comentarios:

Achab dijo...

Que lo anormal sería que no te comieras la cabecita de vez en cuando... Adelante, valiente.

Dra_Jaurrigan dijo...

Un valiente lo es porque en primer lugar es una persona, que con su libertad sabe escoger aquello que más pereza le da, pero sin embargo más le conviene. Un valiente nunca puede ser una máquina, un autómata, algo o alguien que siempre hace lo que tiene que hacer, sin temer nada ni remedrarse ante la adversidad. No, eso no puede ser una persona, y un valiente es una persona que sabe utilizar muy bien su libertad y su fuerza de voluntad, por pequeñita que ésta sea.

Leon dijo...

¿que los cimientos se muevan? pues claro, cada cierto tiempo. siempre pasan cosas, algunas buenas y otras malas. solo los que no hacen nada y están encerrados en sus casas nunca tienen esas dudas y esas angustias (también las alegrías luego son proporcionales, ojo) la verdad es que te leo a menudo y se te ve contenta con tu experiencia en alemania, me alegro!

dijo...

a mi me parece que estás confundiendo conceptos: valentía y perfección.
De valentía tienes mucha, de perfección bueno un buen trozo.
Claro que dudas, sólo faltaría, y además vaya monstruo si fueras pisando fuerte a toas horas y en todas partes.
Ánimo. Que tú sabes que haces lo que tienes que hacer.

E dijo...

bueno, el caso es que a veces siento que no encajo aquí, pero tampoco en Sevilla, y me agobio... y entonces pienso que a dónde co*o iré si esto me queda grande y Sevilla pequeña.
Y yo no quiero ser perfecta, sólo busco ser lo que me gustaría ser, no sé si me explico, estar contenta conmigo misma, que no digo que no lo esté, pero a veces me odio mucho. Y por ende odio que la gente me admire sin razón.
pero bueno, pasado mañana me voy a casita a descansar... a lo mejor se me pasa...

PD: gracias por los ánimos, ayudan de verdad.

CGI MANAGEMENT dijo...

Elenita, eres supervaliente. Que eso no es incompatible con hacer un poco el vago o no tener voluntad. Además eres muy inteligente. Y la gente te admira con razón.
Hala.

Que tengas buen viaje :D

Don Mendo dijo...

Es que un valiente no es el que no tiene miedo.

Es el que, teniendo miedo, aguanta. Aguanta y da otro paso.