miércoles, 22 de diciembre de 2010

cuatromilseiscientooooooosveintiséis

Cada año lo mismo. Será esto lo que dicen de las raíces? Odio los juegos de azar y me parece una estupidez comprar lotería (y eso que mi familia compra a mansalva). Sin embargo, cada 22 de Diciembre por la mañana en los últimos cuatro años he 'torturado' a mi laboratorio con la cantinela de los niños de San Ildefonso. Me recuerda a mi madre y a mí en bata en casa, haciendo cosas y comiendo plvorones mientras, a todo volumen, suenan las voces de los niños diciendo números.

Hoy, en mi último día de bosque vienés, suena de nuevo el sorteo de Navidad y me siento cada vez más cerca de casa. Mañana llego! :D

martes, 21 de diciembre de 2010

Sentirse identificada con TBBT no tiene precio

Me gusta The Big Bang Theory. En cierto modo, mis amigos y yo (los que nos dedicamos a la investigación) nos parecemos bastante a Sheldon, Leonard, Raj y Howard. La diferencia es que ellos hablan de Física e Ingeniería y nosotros hablamos de Biología Celular y Microscopía. Todo el rato.

La llegada de Amy, la novia de Sheldon, a la serie ha creado una razón más para continuar viéndola: ahora hablan de cosas que entiendo. A partir del minuto 00.12, Amy menciona el 2-photon-microscope, mi amigo inseparable durante los últimos cuatro años. No sabéis la alegría que me dio cuando vi este capítulo :)

Y vale que a veces nos saltemos las normas, pero eso de no quitarse los guantes después de tocar un cerebro humano es simplemente ASQUEROSO.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Saliendo del pozo (III)

No todo es malo.

  • Ayer me escribió Rosa Montero un e-mail y me dijo que "escribo de maravilla".
  • Ayer a G. le aceptaron una letter en PNAS
  • Ayer se arregló el lío de la defensa y probablemente sea será en el MPI-CBG y no en la Universidad.
  • Ayer, una foto de C. salió en la portada de Cancer Cell
  • Hoy, sólo me quedan 7 días para salir de aquí.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Una maqueta de mi pasado reciente

Sólo hace unas cuantas semanas que me fui de Dresden. Ni siquiera se puede decir que me haya ido del todo, porque en Enero tengo que volver. Aún así, ya me he dado cuenta de cómo la ciudad se ha enredado en mi manera de ser, y de cuánto la echo de menos. A pesar del poco tiempo que llevo sin vivir en ella, la veo ya como algo lejano, como una etapa de mi vida que ha pasado, y al mismo tiempo, me pregunto cómo estoy haciendo para vivir sin ella. La veo como algo irreal, como una maqueta de un lugar imaginario, con gente muy querida que sigue viviendo allí y haciendo su vida. Hoy, mi amigo Alex ha publicado esto en su blog, y me voy a permitir reproducirlo en el mío.
Rothenburgerstrasse en tilt-shift. Esas personillas irreales, ese tranvía de juguete, esas calles oscuras, forman aún una parte importante de mi ser.



Actualización:
Alex ha hecho otro vídeo parecido del mercadillo de Navidad de Dresden, el Striezelmarkt. Enjoy!

Miniature Dresdner Striezelmarkt from Alex Bird on Vimeo.


viernes, 10 de diciembre de 2010

Saliendo del pozo (II)

No todo es malo.

Ayer las integrantes de sección sureuropea del laboratorio fuimos a casa de V. a cenar. Nos hizo una pasta carbonara buenísima (sin nata) y pasamos una velada estupenda en medio del bosque. No fue estupenda sólo por la comida y la compañía.

Resulta que yo ahora soy la "senior person" del laboratorio. Es decir, la persona que lleva más tiempo en él. Y resulta que mi relación con mi jefe #1 ha evolucionado en los últimos meses más que en los cuatro años anteriores, y ahora, por fin, estoy empezando a comprenderle. Ayer, V. y yo intentábamos hacer ver a I. que debía contarle al jefe sus inquietudes sobre el proyecto. Que si ella pensaba que no iba a ninguna parte, debía hacerselo saber. De pronto, me di cuenta de que me importaba una mierda el proyecto, si funcionaba o no, si derivaba en otra cosa o no. Me di cuenta de que lo que más me importaba era que I. no sufriera más de lo que ya ha sufrido desde que se unió al laboratorio. Me acordé de mi último año, de que a pesar de que yo he tenido muchísima suerte con la rapidez con que hemos publicado mi artículo, he sufrido otro tanto. Y que si, por lo que parece, su proyecto sigue por el camino que lleva ahora, ella va a sufrir aún más para publicarlo. Y todo eso me dio igual, pero no podía soportar la idea de que ella fuera a tener que pasar por toda esa mierda. Lo mismo con V. Es la cuarta persona en el laboratorio que entra en él con la tarea principal de clonar e-cadherin. Y no quiero que ella pase tampoco por el auténtico calvario que es hacer esa clonación para, al final, abandonarla como los tres anteriores.

Y lo bueno de todo esto, la tercera razón por la que la velada fue estupenda es que pude darme cuenta de que dejar la investigación, opción que contemplo como la más plausible estos días, sigue siendo la más acertada.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Saliendo del pozo

No todo es malo.

He llegado aquí para hacer un trabajo que no me apetecía, pero lo estoy haciendo muy bien. Mis dos discípulas, a las que he enseñado a hacer disoluciones, a preparar LB, PBS, SOB, HEPES, y placas de agar están muy tristes porque me voy en menos de tres semanas. Que qué van a hacer sin mí, dicen. Mi jefe #2, que me dijo algunas cosas muy injustas por teléfono y sin conocerme, ya se está echando las manos a la cabeza pensando en que me voy. Que quién va a ocuparse de todo lo que me estoy ocupando yo, dice. La gente de los laboratorios, tanto el mío como el resto, me piden cosas, se las hago y funcionan. Que qué buen trabajo estoy haciendo, dicen.

Y aunque no me vaya a servir para nada en el futuro, aunque sea un trabajo aburrido, monótono y cero estimulante, y aunque odie este lugar, es muy satisfactorio saber que una es capaz de hacer casi cualquier trabajo bien hecho.

Mi maltrecha autoestima lo agradece.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Esto es lo que sentí

Mi tía Chari me ha preguntado que si esos dos días tirada en Palma de Mallorca no me han despertado la inspiración para escribir alguna historia. Mi tía Chari lleva muchos años diciéndome que debería dedicarme a escribir. Los dos días tirada en Palma de Mallorca despertaron en mí sensaciones que nunca pensé que experimentaría. Las voy a escribir.

Llevo desde Octubre viviendo en el bosque, durmiendo en la tercera planta y trabajando en la segunda, tardo literalmente treinta segundos desde la puerta de mi habitación a mi oficina. No tengo mis cosas, no tengo mi apartamento, no tengo a mis amigos (ni los de Sevilla ni los de Dresden), no tengo a mi familia. Estoy haciendo un trabajo que profesionalmente no me va a reportar nada. Debería estar buscando trabajo, echando solicitudes, estudiando para mi examen de la defensa de mi tesis. Y no, me paso el día trabajando para mis dos jefes, dando lo mejor de mí, regalando mi tiempo para nada. Vivo en escasos veinte metros cuadrados, sin una cocina y me paso las tardes pegada al skype hablando con mis amigos, con mi familia, intentando estar más cerca de algo que desprenda calor hacia mí. No hago deporte, no cojo la bici, no voy al gimnasio. No como lo que debería comer, no me cuido lo que debería. La semana pasada fue mi cumpleaños, y no comí tarta, ni soplé velas ni estuve con la gente a la que quiero. Yo ya sabía que venir aquí iba a ser así, y que yo iba a caer poco a poco en la depresión en la que me hallo. Por eso no quería venir. Pero tuve que venir, por razones que no vienen al caso.

Yo el fin de semana quería ir a Huelva a jugar al frisbee. Y a celebrar mi cumpleaños con mis padres y mi hermana. Quería pasar un fin de semana con gente; estos días odio estar sola. Quería disfrutar de dos días al aire libre más dos medios días en Sevilla con mi familia y el lunes a las 5 coger un avión de vuelta al bosque.

El viernes por la mañana cogí el autobús aquí en el bosque a las 8:12 de la mañana. Caía una manta de nieve, y tardé cerca de dos horas en llegar al aeropuerto de Viena. Allí, todos los vuelos estaban retrasados, y cuando por fin llegué a Palma de Mallorca a la hora a la que debía haber llegado a Sevilla, me dijeron que me recolocaban en un vuelo a Málaga y que me llevaban en bus a Sevilla. Bueno, me dije, llego más tarde pero aún llego al torneo mañana por la mañana. Y allí estaba yo, en la puerta de embarque cuando a los controladores se les ocurrió dejar de controlar. El resto es historia.

Cuando estuvo claro que nadie volaría esa noche y que debíamos recoger nuestro equipaje e irnos a un hotel, vi a gente llorando, a niños cansados preguntando cuándo se irían a casa, cuándo verían a papá, por qué no volaban los aviones. De pronto, en una de las muchas veces que hablé con mis padres, me puse a llorar, preguntándome cuándo, por fin, me saldría algo bien. Por qué mi fin de semana de felicidad dependía de la voluntad de otras personas. Cuándo, por fin, llegaría Febrero y toda esta pesadilla se acabaría. Sentimientos altamente violentos que nunca antes había sentido. Por suerte, los controladores se quedaron en sus torres. Me di un poco de miedo a mí misma. No me gustó. Cuando di por imposible ir al torneo, aún me quedaba la ilusión de pasar el fin de semana en Sevilla con mis padres, contarles cómo me sentía, (eso siempre me ha ayudado), comer mi tarta, soplar mis velas. Cualquier cosa, por favor, menos volver al bosque peor que cuando me fui. Pasé la noche en el aeropuerto, y a las cinco de la mañana comencé a peregrinar del stand de AENA al stand de Airberlin, al stand de ACCIONA, y vuelta a empezar. Nadie sabía nada, el tiempo corría y yo seguía completamente atrapada en Mallorca. Nunca la palabra aislada cobró tanto sentido... Lloré otro tanto, al igual que mucha gente alrededor mía. Aquello parecía una escena de cualquier campo de refugiados. Gente aferrada a su maleta, vagando de aquí para allá, preguntando, lamentándose, empatizando con el resto de desgraciados que por allí andábamos, en la misma situación. A mediodía nos dijeron que no volaría nada hasta las 19:00, y entonces veríamos. Me asocié a una chica alemana de Leipzig, Anna, para que nos dieran una habitación de hotel para, al menos, poder ducharnos después de más de veinticuatro horas tiradas por los aeropuertos. Y ya duchadas, recibiendo la noticia de la reapertura del espacio aéreo en la tele y en internet, vimos, de pronto, un avión en el cielo. LA FELICIDAD ABSOLUTA. Corriendo al aeropuerto. "No, hoy no vuela nada a la Península" EL HUNDIMIENTO EN EL FONDO DEL POZO. "Lo más pronto que puede usted llegar a Sevilla es el domingo a las 21:30. ESCARBANDO EN EL FONDO DEL POZO. "Bueno, pues mándenme ustedes de vuelta a Viena". La gratitud eterna cuando me hicieron el trapicheo de cambiarme un tramo nacional por uno internacional sin cobrarme y darme al menos la esperanza de no dormir otra noche más en ese maldito aeropuerto. Volví a llamar a mi casa y, llorando de nuevo, les dije que no, que ya no llegaba, que me volvía al bosque. ¿Cómo es alguien capaz de creerse con la autoridad moral de destrozar las ilusiones de la gente de esa manera? Tras varias horas (más) de espera, conseguí montarme en un avión a Viena. Cuando llegué, a quince grados bajo cero, el último tren al centro había salido cinco minutos antes. Pagué 67 euros de taxi para llegar al bosque.

Me acosté llorando.

PD. Otro día os cuento la hisoria de cuando me quedé atrapada en el mismo aeropuerto por culpa del volcán...