lunes, 16 de agosto de 2010

Vocación científica

Escribir la introducción de la tesis está siendo un ejercicio difícil, pero muy interesante. Empiezas por releer los artículos que leíste en tus primeros meses de doctorado y a los que has vuelto de vez en cuando para comprobar cosas durante los cuatro años. Leyéndolos, por fin vas y buscas esa referencia... y la lees. Y ésta te lleva a otra, y a otra y a otra y a otra. Te das cuenta de que, si hubieras leído esos artículos hace cuatro años, quizá hubieras hecho aquél experimento antes, y definitiviamente NO habrías hecho aquel otro.

Me estoy dando cuenta de que los doctorados hoy en día se basan en la producción pura y dura. No es culpa de los jefes, pues ellos también están bajo la presión de publicar (cuanto más, mejor) para conseguir más becas, otra plaza, un tenure, un professorship, etc. Sin embargo, nos están robando a los doctorandos la alegría de descubrir por nosotros mismos qué se ha hecho, qué falló, qué funcionó, la increíble experiencia de releer a los clásicos de cada campo, de flipar literalmente con los experimentos que se hacían cuando yo anda aún colgada de las faldas de mi madre. Es toda una lección de humildad, y también la realización de que, realmente, no hay nada nuevo bajo el sol. Los experimentos que hacemos hoy en día son exactamente los mismos que hace treinta años, sólo que con mejores microscopios, más exhaustivos y con películas más molonas.

Sin embargo mi doctorado, que pronto va a haber durado cuatro años y muy poco, ha dado para un artículo (cuando se publique, si es que se publica (!) pordiosquesepubliqueometiroporlaventana).
Un solo artículo, y os prometo que no me he rascado la nariz más de lo estrictamente necesario. He trabajado básicamente seis días a la semana, una media de doce horas al día. Si hubiera dedicado al background research el año que mi doctorado hubiera requerido, hubieran sido cinco años, lo cual está fuera de los límites de mi IMPRS. (International Max Planck Research School)


No es un mal sistema, porque funcionar, funciona. Todos publicamos y todos nos vamos de Dresden con nuestro título de Doctor bajo el brazo. Sin embargo, creo que este sistema ahuyenta a los que no veníamos con las ideas clarísimas de querer hacer carrera científica. Nos metieron de lleno en el diseño de experimentos, a veces se nos dijo cuáles debíamos hacer y cuáles no, sin llegar a entender por qué sí o por qué no. Creo que si muchos de los que ahora nos planteamos dejar la investigación hubiéramos tenido la tranquilidad para leer, buscar y descubrir por nosotros mismos, otro gallo nos cantaría. Ojo, no estoy diciendo que la Ciencia pierde algo sin nosotros. Creo que más bien nuestras habilidades se han reenfocado hacia otros campos. Lo que sí estoy diciendo es que si los jefes quieren que ciertos estudiantes se queden, deberían aflojarles la correa y dejarles algo más de espacio al principio.


(Disclaimer: Hablo por propia experiencia y un n=1, es decir, yo. Y hablo desde lo que conozco, la Biología del Desarrollo en un Instituto altamente competitivo como el mío.)

viernes, 13 de agosto de 2010

Mi vida en una tira cómica

Todo estudiante de doctorado se ha reconocido en alguno (o en muchos) de las tiras de Jorge Cham, "PhD Comics"
A veces más, a veces menos. Pero hay días en los que abres los ojos como platos y piensas... cómo es posible que esta gente SEPA EXACTAMENTE qué es lo que pasa por mi cabeza.?A mí me ha pasado con tres tiras, una de ellas hace un tiempo, y dos muy seguidas. La última, hace sólo unos minutos.

Pero empecemos con la primera:
Jorge Cham decidió entonces poner a Cecilia a escribir su tesis más o menos al mismo tiempo que yo la mía, así que el otro día me pude deleitar con una descripción exacta de lo que me pasa cada día:

Y hoy, después de semana y media llegando a casa a la 1 de la mañana preguntándome: Qué hago? Como o duermo? voy y me encuentro esto:
Me consuela saber que somos muchos los que nos reconocemos en estas tiras. Gracias a PhD comics, todos estamos un poco más acompañados.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Everybody hates the 3rd reviewer

Tres semanas justas. Es, literalmente, la revisión más rápida que he presenciado en mi corta carrera investigadora. Yo, en mi últimamente característico pesimismo, me esperaba una auténtica destrucción de mi artículo por parte de los revisores uno, dos y tres. Sin embargo, supongo que dar tantas vueltas a tu propio trabajo, acaba por hacerte pensar que es peor de lo que realmente es. Los revisores #1 y #2 han alabado los métodos, el nivel de discusión, la minuciosidad, la novedad... piden cosas factibles y razonables y dan ideas muy constructivas y que abren nuevas puertas al proyecto. El revisor #3 es el standard 3rd reviewer al que todo el mundo odia. No aporta NADA, dice que lo mandemos a una revista más especializada y el único comentario específico que hace es que aumentemos el contraste del panel D de la Figura 4. Y encima tiene fallos gramaticales. En fin.

Pero bueno, a lo mío. Vuelta al microscopio, vuelta a los experimentos, vuelta a los análisis. Escribir mi primera rebuttal letter está siendo más entretenido de lo que pensaba. La tesis, que ya estaba a punto de caramelo, la vuelvo a aparcar. Pero en el fondo, me alegro de estas dos semanas de regalo... la luz al final del túnel empieza a brillar con más fuerza...