domingo, 30 de agosto de 2009

Ahh... me encanta la Ciencia...

Lo aviso desde ya. Este post NO es una queja. Estoy intentando explicarme a mí misma lo que me ha pasado.

El plan era pasar el fin de semana en Berlín, con Alba y su hermana, que vive allí. Ir el sábado después de mi fish duty y volver el domingo por la noche, en el último bus. Todo estaba planeado para después de haber hecho mi TAC, como un previo a las vacaciones reales, que empezarán el jueves que viene.
Y anteayer, el viernes, mi jefe me dice que necesita los resultados de la in situ para ponerlos en la charla el lunes. Que necesita la gráfica con la cuantificación antes del lunes a la hora de comer. Y el protocolo de la in situ son tres días. Tres. El viernes, el sábado y el domingo. Después de unas horas de incertidumbre, de pensar si me voy o no me voy, de comprobar que nadie de confianza estaría el domingo en el labo para terminarme el protocolo, decidí que volvería antes de Berlín y acabaría yo misma el experimento. Se lo dije a mi jefe y bueno, al menos me dio las gracias. En verdad no es su culpa. Ni siquiera hay que llamarlo "culpa". No sé.
Al fin y al cabo, es la primera vez, como dije anteriormente, que se preocupa tanto por mi proyecto. Y yo también necesito que esa charla tenga los mejores resultados posibles, porque mi nombre va a ir en ella. Así que el sábado, además de fish duty, tuve que empezar el protocolo. Luego me fui a Berlín, vimos Los abrazos rotos, fuimos a cenar sushi, nos tomamos una copa con Per y Garrett que estaban en Berlín porque hoy se iban a un congreso y luego a casa. Esta mañana hemos ido al Flohmarkt, hemos paseado por Berlín, y hemos comido en un pakistaní brutal. Y luego he cogido el bus cinco horas antes de lo previsto y aquí estoy, un domingo a las 9 de la noche en el laboratorio, y aún ni siquiera he empezado a revelar la in situ. Por ahora sólo he hecho los lavados del infierno (4x30minutos). Me quedan al menos tres horas más, y luego hacer las fotos, cuantificarlas y hacer las gráficas. Me quedaré hasta que termine, sea la hora que sea, le mandaré las gráficas a mi jefe y mañana, por fin, dormiré más de 7 horas seguidas. Y creo muy firmemente que me voy a levantar sabiendo que he hecho lo que tenía que hacer. Que sí, que hubiera sido guay quedarse más tiempo en Berlín y que ha sido una putada porque llevo tres semanas trabajando todos los días y muy cansada por los antibióticos. Pero la Elena optimista está volviendo y me dice que "it's fine".

Y yo le hago caso.
:)

jueves, 27 de agosto de 2009

Back on track

Mi vida labor(atori)al ha dado un giro en las últimas semanas. Desde hace un par de meses andaba por el laboratorio desencantada, desmotivada, cansada y asqueada de todo lo que tenía que ver con mi proyecto. Procrastinaba experimentos durante semanas, el labbook sin actualizar durante casi dos meses y mis peces sin atender. Temiendo cada semana que mi jefe viniese a discutir conmigo sobre los experimentos o sobre los próximos pasos a dar. Simplemente porque nunca tenía nada nuevo que mostrarle. Ya ni siquiera disimulaba que me interesaba lo que me decía. En fin, muy desmotivada. El problema de los grupos de investigación de tamaño medio, como el nuestro, es que el jefe ya ha llegado al punto en que no puede saber en cada momento qué está haciendo cada uno, y además, y como es normal, dedica más tiempo a los proyectos que en cada temporada le parecen más interesantes. Y el mío no es uno de ellos. Así que en ésas estaba, no haciendo nada por mí misma, y sin nadie que me mandara nada que hacer.

Así que un día, de hecho el día antes de irse de vacaciones, viene mi jefe y me dice: "Elena, tengo que dar una charla sobre tu proyecto." Mis ojos como platos. Lo nunca visto. Mi jefe va a hablar en un simposio sobre MI trabajo. No me lo creía. Así que así me deja, se va de vacaciones y yo aquí pensando en todo lo que tenía que hacer para que él pueda dar una conferencia en condiciones. A todo esto, mi familia (16 personas, pero eso es otra historia) viene a pasar una semana, en la que mi productividad se hunde aún más en la miseria. Mi jefe vuelve un sábado, y el lunes me lo paso temiendo que venga a hablar conmigo. Inevitablemente, sucede: "Elena, do you have time today? We need to discuss". Y resulta que resultó genial: me dice lo que necesita, lo tengo casi todo y además lo veo muy animado y muy convencido de que la historia está bastante completa y que pronto podemos pensar en escribir. (Escribir el paper, el artículo científico). Eso me motiva, lo cual me viene de perlas porque también se acercaba la fecha de mi tercer TAC anual (TAC es thesis advisory committee, y no una prueba médica), en el que se decide cuándo debes entregar la tesis y cuántos experimentos más debes hacer etc etc. Y en los siguientes días, mi jefe viene a hablar conmigo a todas horas, todos los días. Y sé que eso puede parecer agobiante, pero cuando en tres años no ha sucedido nunca, es una sensación genial, una sensación de que lo que has hecho importa, de que es publicable, de que interesa a la gente.

Ayer tuve mi TAC y salí muy contenta. Me felicitaron por mi trayectoria en estos tres años y aunque me dijeron que aún me quedan varios experimentos para ponerme a escribir la tesis, les gustó mi trabajo. El lunes mi jefe estará en el simposio, y ayer me pidió un experimento para ponerlo en su charla. Esta mañana he llegado al laboratorio con ganas, motivada y contenta de saber que lo que estoy haciendo es importante. Mi motivación va subiendo. :)

jueves, 13 de agosto de 2009

Uniendo el firmamento

Hace dos fines de semana fuimos a Aš, en la República Checa, a cinco km. de la frontera con Alemania (o, como ellos dicen, en medio de Alemania pero con mejor cerveza) a un torneo de Frisbee que organizaban los Terrible Monkeys.

Por la noche, al volver de la fiesta donde se bailó desde la Macarena hasta Michael Jackson pasando por Lou Bega o Nirvana, me di cuenta de que se veían muy bien las estrellas. Me vi transportada a mi infancia en Villafranca, cuando cogíamos una manta y una tableta de chocolate y nos tirábamos en la era a contar estrellas fugaces.

Mientras unos locos jugaban al frisbee luminoso en mitad de la noche, cogimos en efecto una manta y nos tiramos en el césped de los campos de juego a mirar las estrellas. Como en aquellos años, cada vez se notaba más la humedad y el frío, y cada vez se veían mejor las estrellas. Conté tres fugaces. No pedí ningún deseo. Hace mucho tiempo que aprendí que la superstición es mentira. Oímos cómo los demás volvían de la fiesta. Oímos cómo los del frisbee luminoso se iban a dormir. Seguí contando estrellas y recordando cómo en aquellos años nos dividíamos el firmamento a partes iguales: de la Vía Láctea hacia la derecha es mío, de la Vía Láctea hacia la izquierda, es tuyo. Seguimos charlando y compartiendo pensamientos como hacemos siempre. Sentí cómo esa amistad se iba fortaleciendo con el paso de las estrellas, fugaces o no. Sentí que, a pesar del frío, hubiera podido ser capaz de quedarme allí muchas más horas, escuchando, comprendiendo y aconsejando. Siendo escuchada, siendo comprendida y recibiendo consejos dados desde el fondo del corazón.
Fue lo mejor del torneo.

lunes, 10 de agosto de 2009

BRNch 2009

La mayoría de mis amigos y compañeros de Dresden opinan que BRN es el mejor fin de semana del año en la ciudad. El primer año me pareció una afirmación bastante exagerada. Es que no había pasado un año entero en Dresden aún.
Las siglas BRN significan Bunte Republik Neustadt (la república multicolor de Neustadt) y es un juego de palabras con el nombre del estado alemán (Bundesrepublik Deutschland). Surgió en los años noventa como un movimiento en el que el barrio de Neustadt adquirió el estatus de república independiente dentro de la ciudad de Dresden. Cerraron las calles, usaban su propio dinero y tenían sus propias leyes. Esto, evidentemente, no duró mucho, y se fue convirtiendo poco a poco en una fiesta de barrio que hoy en día se celebra el primer fin de semana de Junio, y dura desde el viernes al mediodía, cuando se empiezan a montar los puestos, los escenarios, los juegos, los mercadillos y los talleres, hasta el domingo por la tarde.
El barrio entero se vuelca en esta fiesta, y es, realmente y como su nombre indica, multicolor. Mezclados en un bullicio constante, verás a niños con las caras pintadas, a punks con sus tachuelas y sus botellas de cerveza, a músicos que interpretan desde valses hasta heavy metal, pasando por música country o flamenco. Verás a familias enteras paseando y curioseando entre los puestos, a gente que vende las cosas más inverosímiles, verás juegos para los niños en Talstrasse, desde pompas de jabón gigantes, hasta cohetes de agua, desde juegos de construcción hasta talleres de herrería, con su yunque y su herrero. Hay conciertos, hay comida, hay bebida, hay todos los colores. Gente que vende comida y bebida desde el balcón de su casa, gente que se disfraza, niños que venden sus juguetes antiguos, que hace algodón de azúcar y gofres y los vende por 20 céntimos que son para ellos la fortuna más grande del mundo. Los amigos se reúnen y después de bailar y al son de mil conciertos toda la noche, quedan de nuevo al día siguiente para desayunar todos juntos en la calle y superar la resaca. Este año nos juntamos un grupo bastante apañado en Martin-Luther-Strasse y ayudándonos de una alargadera desde la ventana de Mirjam y Martin, organizamos un brunch (o BRNch, como nos gusta llamarlo) con café hecho por Abi, gofres hechos por Andy, smoothies hechos por Alex y multitud de tartas, frutas, cava, pan y demás viandas traídas por todos los demás. Unas fotos que ilustran el evento...