miércoles, 14 de abril de 2010

Yo apoyo al Juez Garzón

No, esto no va a ser una entrada roja, antifacha y progre. Quédense tranquilos los que, afilando los dedos, se preparaban antes de terminar de leerlas, a comentar ácidamente mis palabras. Esto va a ser una entrada de recuerdos.

Cuando yo era más joven y vivía en Sevilla, el padre de mi amiga Elisa nos sacaba a ella y a sus amigas a comer un día al año, más o menos. Solía ser el 14 de Abril.

Y yo los primeros años no lo pillaba. 14 de Abril, día de la República? Me sonaba raro. En mi casa nunca se ha celebrado abiertamente éste ni ningún otro día con tintes políticos, aunque bien sé ahora que en su interior, mis padres lo hacían. Celebrar éste, digo. Simplemente no lo mostraban, y se lo agradezco de corazón. Sin embargo, tampoco se oponían a que Ernesto, que así se llama el padre de Elisa, nos sacara a comer por el día de la República. Y como digo, para mí era un día genial porque íbamos a comer a sitios donde todo está riquísimo, y eso, cuando tienes 13 o 14 años, es guay. Lo de la República, francamente, me daba lo mismo.

Años más tarde, aprendí qué es la II República. Ahora tengo interiorizados varios libros que describen esta etapa, he podido informarme libremente sobre cómo se fundó, sus causas, los avances que supuso para España, y también sobre cómo cayó. He podido leer sobre el levantamiento militar del 18 de Julio (otra fecha que nunca se mencionó en mi casa, por lo cual estoy de nuevo agradecida) y sobre la Guerra Civil que le siguió. Sobre los muertos que esta Guerra entre vecinos provocó. Sobre los sitios donde están enterrados. Mi padre, que es profesor de Historia, intentó explicarme todo esto de la manera más objetiva posible, y lo consiguió. Sólo ahora, cuando cuento con 26 añazos y ya me he podido formar mi propia opinión, le oigo a él las suyas. Chapeau, Papá.

Ahora vivo en Alemania, país cuyo pasado reciente no es algo de lo que sus habitantes estén especialmente orgullosos. Hablo con ellos y aún les cuesta contar abiertamente cosas del régimen nacionalsocialista. Les duele y les avergüenza. Yo nunca he oído a nadie hablar avergonzado de la Guerra Civil y la dictadura franquista en España. Como mucho he oído opiniones completamente polarizadas: desde "Con Franco se vivía mejor" hasta "Todos los fachas a la hoguera".
La sociedad española no ha conseguido interiorizar la Guerra, la Dictadura y la Transición. Lo siento, pero es así. Tenemos que hablar de ello. Tenemos que remover el poso de los recuerdos. Una sola persona no lo va a conseguir, y desde luego el Juez Baltasar Garzón no lo va a conseguir. Lo que sí va a conseguir (lo está consiguiendo ya) es que hablemos del asunto. Que en Alemania, EEUU, Francia, Inglaterra y América Latina se hable del asunto, se hable de Derechos Humanos, de Justicia Internacional y de Memoria Histórica. Mis amigos de aquí me preguntan, y yo intento seguir el ejemplo de mi padre y contar las cosas lo más objetivamente posible. No me sale tan bien como a él, pero voy mejorando. El Juez Garzón ha conseguido que mucha gente que nunca pensó sobre la Guerra Civil, las fosas comunes o los muertos republicanos y nacionales haga de esta etapa de la Historia reciente española algo suyo. Y lo más importante, que esa gente se forme sus propias opiniones.

Y por eso, yo apoyo al Juez Garzón.

miércoles, 7 de abril de 2010

Pure scientific joy

Durante el primer anyo de doctorado, uno de los Thursday speakers fue Peter Lawrence. No nos habló de su Ciencia, sino que tituló su charla Why are we scientists? El auditorio se llenó. Supongo que siendo Sir Peter Lawerence se hubiera llenado casi seguro de todos modos, pero estoy segura de que ese título animó a mucha gente a ir a escucharle.
No recuerdo mucho de la charla, excepto que criticó la manera actual de hacer Ciencia basándose en publicar cuanto más y con más alto impacto, mejor. Criticó que hubiera laboratorios que aparcan proyectos interesantes porque no los pueden publicar en la Santísima Trinidad (Cell, Science o Nature). Proyectos buenos, historias bonitas que contestan preguntas importantes, y que podrían ser publicados en otras revistas, quedan en un cajón sin ver nunca la luz. Criticó que eso va en contra del sentido último del hacer Ciencia, que es saciar la curiosidad. Recuerdo que criticó que los jefes de grupo se llevaran todo el honor en los congresos, cuando somos los estudiantes y los postdocs los que nos pasamos horas y horas y horas (y horas y horas...) produciendo los resultados, simplemente porque el nombre de un pez gordo en el programa de un congreso atrae a más gente que el nombre de un desconocido.
Sin embargo, nos recordó que hay algo que nadie nos puede quitar, y que es el motivo último, según él, por el cual somos científicos. Eso que nadie, nunca, nos podrá arrebatar es el momento exacto en que ves un resultado por primera vez. Puede ser a medianoche sentado en el microscopio, y de pronto, al empezar un nuevo stack, ves lo que llevabas anyos buscando. Puede ser en cualquier momento en el lab, analizando datos, y al hacer el test estadístico, comprobar que las diferencias son significativas. Puede ser un día pensando sobre tus experimentos; te pones a garabatear un modelo que intente explicarlos todos y de pronto, ante tus ojos, aparece la respuesta que da cabida a todas tus observaciones. Ese momento no te lo puede quitar nadie. Es tuyo. Eres el primer ser humano en la Historia que ha observado tal o cual fenotipo, o que ha visto que tal o cual diferencia es real. El primero. Por unos momentos nadie más en el planeta sabe lo que tu sabes. Esa alegría indescriptible, esa euforia momentánea, ese eureka de Arquímedes en la banyera es lo que nos hace seguir adelante cuando todo parece ir en contra.
Pensar en que vas a hallar la respuesta es lo que te da fuerzas para venir cada día al lab y pasar aquí jornadas de 17 y 18 horas. Es lo que te compensa cuando, al llegar a tu casa a las 2 de la manyana tienes que elegir entre comer o dormir, y eliges dormir, porque manyana tienes que estar en el lab a las 8 de nuevo. Es lo que te hace negar ciegamente que esto sea una esclavitud y afirmar igual de ciegamente que trabajar 7 días a la semana es lo normal. Me tomaréis por loca, pero no lo estoy.
Os aseguro, y sé que hay científicos a punyados que me apoyan, que es cierto. Yo acabo de vivir uno de esos momentos. Justo ahora. Aún estoy sentada al microscopio, y esto que escribo es mi manera de saltar de alegría por dentro.

Compensa, compensa TODO.

lunes, 5 de abril de 2010

Este blog

El otro día admití ante alguien de Dresden, por primera vez, que tenía un blog. Me preguntó si estaba en español; le respondí que sí. No me pidió la URL, ni yo se la di. Sin embargo le confesé el hecho de que era la única persona en Dresden (de entre mis conocidos, que sé que hay algún que otro desconocido que lee esto) que sabe de su existencia. Y un poco pensando en alto, mencioné que si alguna vez quería dedicarme a escribir sobre Ciencia debería hacer mis escritos algo más públicos. Pero que eso cambiaría a su vez la manera en la que escribo. Lo sé, mucha gente piensa que escribir para uno mismo tiene poco sentido, pero en mi caso es una parte bien importante del psicoanálisis que llevo a cabo sobre mí misma. Y claro que sé que hay gente que lee esto y que me conoce. Pero, al menos hasta donde yo sé, es gente que me conoce muy bien, y esta ventana es simplemente un añadido a lo que por defecto les cuento regularmente por e-mail, teléfono etc. Y ese hecho me da algo más de libertad para escribir.
No sé, quizá todo esto no tenga mucho sentido mirándolo desde fuera. De lo que sí estoy segura es de que este blog no llevaría vivo desde Enero de 2006 si lo hubiera publicitado entre mis conocidos (y no tan conocidos) a los cuatro vientos.
Simplemente, se hubiera muerto de vergüenza.

viernes, 2 de abril de 2010

Mi Soli

Yo la quiero mucho, y aunque ayer no tuviera ni cinco minutos libres para felicitarla por su cumpleaños, sé que ella no se ha enfadado. El primero de Abril es un día bonito. A mí me suena a primavera. Y a su cumpleaños. Una de las Martas en mi vida. Martita. Soli.

Ahora está en París. O en París y en Ginebra, según se mire. O en París, Ginebra y Sevilla, si lo miras de otra manera. Dentro de poco estará en todos esos sitios, y además en Montevideo. Esperando un 'sos relinda' y poniendo cara de setita feliz. Y los que nos quedamos de este lado del charco (el de acá) nos quedamos tristes porque estará mucho más lejos de nosotros. Pero también nos quedamos contentos, porque una arquitiesta hecha y derecha como ella es también, por definición, un culo inquieto. Y yo sé que hay pocas cosas que la hacen más feliz que moverse por el mundo. Y en su mundo. En el maravilloso mundo de su cabeza tan fantástica (en los dos sentidos, el de genialidad y el de imaginación).

Y bueno, que todo esto es para recordarle que la quiero mucho... y para volver a felicitarla, aunque sea tarde. Que cumplas muchos más, relinda.

La Pasión según San Mateo

Ayer hice algo muy "de Semana Santa", pero completamente distinto a lo que he hecho durante toda mi vida en Sevilla. Mientras que allí se sale a la calle a ver el espectáculo que supone ver a los nazarenos, penitentes, costaleros, capataces, acólitos, capillitas, turistas, pasos de palio, pasos de cristo y todo lo demás, aquí... no.

Ayer estuve en Leipzig, que queda a una hora y media de Dresden. Johann Sebastian Bach vivió en Leipzig de 1723 a 1750, año en que murió. Bach también escribió una obra musical (la más larga en su haber) para musicar la Pasión según San Mateo. Esta obra se estrenó en Leipzig en 1727. Concretamente en la Iglesia de Santo Tomás, la Thomaskirche. Bach está enterrado en la Thomaskirche. La Thomaskirche da nombre al Thomanerchor, el Coro de Santo Tomás. Es probablemente el coro más famoso en Alemania, y también el más solicitado en Japón, país amante de la música barroca en general y Bach en particular. Leipzig también es sede de la Orquesta de la Gewandhaus, la Gewandhausorchester. Esta orquesta es una de las mejores de Alemania y ha tenido directores como Felix Mendelsshon o Kurt Masur.

Pues bien, como decía, ayer Jueves Santo, fui a Leipzig. A oír la Pasión según San Mateo. En la Thomaskirche. Con la tumba de Bach delante mía. Representada por el Thomanerchor y la Gewandhausorchester de Leipzig. Colosal.

Puedo estar más o menos de acuerdo con la religión cristiana, pero hay que agradecerle cosas tan extraordinariamente bellas como las 3 horas de música de las que disfruté ayer. Cerrar los ojos y verse envuelto en esa música, dentro de esa iglesia, imaginando la escena que se está describiendo -Cristo en la última cena, Judas traicionando a Cristo, Cristo crucificado, María Magdalena velándolo, la Resurrección... - es algo que difícilmente podré olvidar.

Chapeau.