lunes, 3 de abril de 2006

Ciencia

La Ciencia me ha enseñado muchas cosas. Que somos insignificantes y maravillosos. Que podemos hacer cosas increíbles, y también cosas no creíbles, que es bastante distinto. Que una sóla célula posee más inteligencia de la que nosotros jamás podremos desear. Que somos mucho más frágiles que las cucarachas que alegremente matamos porque nos asustan. Que con sólo cuatro moléculas se escribe la vida. Que con sólo una se sostiene.

Me ha enseñado lo que soy. Me ha enseñado cómo soy. Una célula que vive en un tejido con otras céluas similares. Que capta señales externas que le dicen cómo actuar en cada situación. Mi ADN no sale del núcleo. ¿Cuál es mi núcleo? ¿La cabeza? ¿Quizá el corazón? Aprendo por ensayo y error. Fabrico pensamientos con mi ADN y los reparto; algunos me los quedo. Interacciono con otras células. Aprendo de ellas. Aprenden de mí. Migro a otras partes del cuerpo que me contiene. Capto nuevas señales, desconocidas para mí. Tengo que adaptarme al nuevo ambiente. Puede que me diferencie, pero no; eso es para las células madre, y yo hace tiempo que dejé de ser una. Justo cuando perdí la inocencia de la niñez. Me diferencié, adopté esto que soy ahora. Puede ser mejor o peor, pero es quien soy.

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