jueves, 20 de marzo de 2008

Noche de ballet

Ayer fui al ballet. Hacía años que no iba. Me pareció relajante, excitante, conciliador... Representaban Giselle, la historia de amor frustrado y cómo más allá de la muerte una traición puede seguir haciendo daño y condenando. La protagonista, Giselle (Yumiko Takeshima), tras haber sido traicionada por su amor Albrecht, muere de amor, y pasa a una especie de limbo habitado por las willis, chicas que murieron enamoradas antes de la boda. Allí baila y baila sin cesar y hace ver a Albrecht que le perdona, pero que por su causa seguirá condenada a bailar por toda la eternidad. La versión es muy nueva, el estreno mundial fue el mes pasado y es de una sencillez abrumadora. Los decorados no existen como tal, los vestidos son lisos y sencillos, no hay nada que te distraiga de los bailarines. Toda esa sencillez, ese minimalismo, enmarcado en el barroco edificio de la Opera de Dresden, la famosa Semperoper, es un conjunto perfecto para demostrar que el amor puede adornarse con todos los aditivos que se deseen, pero que en el fondo es algo tan sencillo como un escenario vacío, tan lógico y simple como un vestido liso.

2 comentarios:

dijo...

qué foto tan alucinante. Me recuerda el beso de Magritte.

Emilienko dijo...

Hola Elena.

Yo sólo he ido en una ocasión invitado al ballet, a la bella durmiente, e invitado.

Me gustó (iba predestinado a que me iba a aburrir pero no fue así). Y tengo ganas de repetir.