Hay situaciones en las que uno se da cuenta de que ha crecido. Que de pronto, se ha hecho mayor. Que este preciso momento es a lo que se referían los adultos cuando de enanos nos preguntaban: Y tú, qué quieres ser de mayor? Yo me doy medio cuenta cada día que paso en Dresden, pero mucho más cuando hablo con mi gente en Sevilla, sobre todo con mi familia. Ayer, después de estar hablando un rato con mi hermana por messenger, me sorprendí intentando averiguar qué es lo que piensan de mí ella y mis padres cuando dicen: bueno, ya sabes cómo es Elena... Porque mis padres y yo lo decimos mucho de mi hermana, y los tres sabemos inmediatamente a qué nos estamos refiriendo. Pero ayer lo pensé conmigo como protagonista y no pude decidirme por nada. Supongo que al final será alguna de las facetas que más odio de mi personalidad, y que, aunque yo intente apagarla, siempre acaba saliendo por algún resquicio. Y todo esto, a qué viene? Pues a que el miércoles tomo un avión a las 6 :05 de la mañana en Dresden dirección Sevilla. Por una semana. No voy desde Navidades. Y todo el mundo me pregunta que si tengo ganas de ir... que hay que ver que no he ido en Semana Santa (ja!!) ni en Feria (ja, ja!!), que ya tendré ganas de estar "en casa" un poco... Pero es que yo aquí también estoy "en casa"!! Claro que tengo ganas de ir. Claro que tengo ganas de estar con mis padres, con mi hermana, con mis amigos. Claro que tengo ganas de olvidarme un poco del lab, de todo esto, de todo lo que ha pasado... pero por otra parte... gracias a Dior que sólo voy una semana. No creo que aguantase un día más. Y es que yo ya no soy la Elena que se fue en Septiembre con un par de cajas y una maleta llena de cosas. Han pasado demasiadas cosas, tanto buenas como buenísimas, tanto malas como malísimas, que han hecho que Dresden también sea el lugar donde está mi vida. Al menos una parte.
Y sí, el día 23 voy a casa, pero el avión que tome el día 31 también me traerá a casa.
domingo, 20 de mayo de 2007
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5 comentarios:
Pues en realidad es una suerte tener dos hogares... Te entiendo perfectamente, yo me he pasado cuatro años viviendo entre dos ciudades (más cercanas que las tuyas, eso sí).
La diferencia es que no llegaba a sentirme cómodo en ninguna de las dos... ya se me acerca el siguiente cambio de rumbo, veremos lo que trae.
¡Diviértete mucho en tus jólideis!
Pues espero verte por tu casa de aquí, y si ahorro, quizá en algún momento puedas enseñarme tu casa de allí.
Pero ahora, sigo trabajando para poder pagarme una casa aquí o allí con mi chico (de aquí y de allí, él es fijo)
Un beso, Elena de allí :)
Con esos atardeceres cómo no va a ser tu casa.
Para mí es una suerte eso de tener dos casas, pero tal y como dices: llegas, ves a tus padres, a tus hermanos, comes, charlas un poquito y al rato te sale del alma el pensamiento: "Podría irme ya a mi casa, ¿no?"
También es verdad que luego, cuando me voy, estoy deseando volver.
Creo que eso nos pasa a todos cuando nos piramos de casa de nuestros padres. Por mucho que los queramos, que estemos a gusto con ellos... cuando pasas una temporada en "su" casa, estás deseando volver a la "tuya"
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