viernes, 10 de abril de 2009

Una pequeña anécdota

Cuando yo tenía 6 años tenía una compañera en el cole cuya madre era alemana. Yo ya tenía varios amigos de verdad en la clase, los cuales siguen siéndolo casi veinte años después. Esta niña, sin embargo, no era mi amiga. Tenía siempre un montón de material escolar (lápices, gomas, colores, tijeras...) que su madre le compraba en Alemania y bueno, teniendo en cuenta la calidad de esos mismos materiales en la España de los 80, era la envidia de la clase. A mí me llamaban la atención sobre todo unas ceras de colores que parecía que pintaban genial, así que después de mucho meditarlo, un día se las quité y las metí en mi mochila, muerta de miedo. Cuando llegué a mi casa me di cuenta de la estupidez que había cometido: no las podía utilizar en casa porque mis padres sabrían que ellos no me las habían comprado y harían preguntas para las que la única respuesta sería una confesión, y tampoco podía llevarlas al cole! Además, me sentía fatal porque había robado, y robar estaba mal. Así que pinté un par de rayas con cada color para probarlas y luego las guardé en el rincón más recóndito de mi habitación. De vez en cuando las sacaba, las admiraba y las volvía a guardar, y así pasaron los años. Comprendí así, a la tierna edad de 6 años que robar provoca una sensación de culpa terrible. La dueña legítima de las ceras se fue convirtiendo poco a poco en mi amiga, y cuando íbamos a quinto o sexto de EGB nos hicimos muy amigas. Esto, lejos de mejorar las cosas, las empeoró: cómo demonios iba a explicarle que en primero de EGB le había robado unas ceras? Dejaría de ser mi amiga ipso facto! Así que los años siguieron pasando y llegó un punto en que comprendí que aunque le confesara mi crimen, no se enfadaría, pordiosbendito, teníamos ya una edad!! (En concreto 17 años). Así que un día que vino a mi casa le dije que cerrara los ojos, que tenía una sorpresa para ella. Cuando los abrió y se vio con una caja de ceras en las manos se me quedó mirando con cara de "ésta se ha vuelto loca". Evidentemente no recordaba nada y cuando yo, llena de remordimientos, le conté la historia, se pasó dos horas riéndose de mí. Ahora, ella sigue siendo una de mis mejores amigas, tiene las ceras guardadas en su casa, está viviendo en Berlín por unos meses y esta tarde viene a Dresden a pasar las Osterferien conmigo.

Y os puedo asegurar que nunca llegaréis a comprender lo feliz que me hace haber robado cuando tenía 6 años.

4 comentarios:

Foncu dijo...

Qué magnífica anécdota!!! Me ha encantado, y me alegro mucho de que tengas esa amiga de las ceras. Por cierto, ¿es que martinlúter no crece? y... ¿cuándo vienes por Sevilla? Tengo un piso que enseñarte!!!!

Emilienko dijo...

Yo robé una especie de bote de polvos picapica con forma de cucurucho de helado, con 4 años, a una amiga del colegio.

Se lo confesé un par de años después, y también me perdonó.

Pero no volví a saber más de ella...

Anónimo dijo...

Oye.
De los lugares que tienes enlazados a la derecha ya no existen la mitad.
Snif.

Maquita dijo...

Yo también le robé a una amiga (cuya madre también es alemana, casualidades de la vida...) un cachorrito de tigre y un bebé de los playmobil (evidentemente se lo había traído la abuela de Alemania, porque eso en España no existía aún) y claro...me entró el remordimiento de conciencia. Pero yo no los guardé, si no que fui tan tonta que a los meses del hurto bajé un día a su casa y los dejé en una esquinita de su habitación, como el que no quiere la cosa, aprovechando que ella fue al servicio...En fin, al final ella se dio cuenta y yo se lo conté con más vergüenza... jajajajaja.
Ahora nos vemos menos, más bien poquito, pero sigue siendo mi amiga y cuando quedo con ella es como si volviera a los 7, 8 o 9 años, y te das cuenta de lo que te cambia la vida...
Me he enrollado como una persiana, pero es que me he sentido totalmente identificada con tu historia!!!
Ya queda menos para que vuelvas y yo ya he empezado a hablar con la Mozi para ver cuándo te visitamos!!
Un besitoooo.