Se nos había olvidado. Se nos había olvidado nuestra infancia, y a nuestros padres su juventud anterior. Se nos habían olvidado los bocadillos a la orilla del río, el fresquito por las noches, las pastas de "El Buen Gusto". Se nos habían olvidado las murallas de Ávila, el pilón de la plaza del pueblo, los paseos hasta la Aldea, las alubias en las huertas. Se nos había olvidado que somos "los sevillanos", que antes de llegar ya sabían que llegábamos. Se nos habían olvidado los filetes de ternera, el silencio, las campanadas a cada hora. Los nidos de cigüeña, la tranquilidad, las pezuñas, se nos había olvidado que sin reloj también se vive. Se nos habían olvidado las truchas, se nos había olvidado que el agua puede estar fría hasta dolerte, se nos había olvidado la leche merengada de El Barco, los rebaños de cabras, las vacas avileñas, negras. El olor, se nos había olvidado el olor.
Y fuimos a recordarlo todo. Y nos tiramos a la piscina. Hemos vuelto. Y pisando fuerte.
Y fuimos a recordarlo todo. Y nos tiramos a la piscina. Hemos vuelto. Y pisando fuerte.